sábado, 17 de diciembre de 2011

17 - Péndulo



    El caos se apoderaba de la ciudad, esa noche de diciembre. Las calles se inundaban del olor a caucho quemado y sangre. El tráfico era una locura y la policía hacía su mayor esfuerzo por  evitar la anarquía. Todos los noticieros hablando de la misma nota y las ambulancias y hospitales no se daban abasto por la cantidad de accidentes automovilísticos en las carreteras, que incluían carambolas de decenas de autos.

    Se oían, por todas partes, sirenas de patrullas de la policía y otros servicios de emergencia, que iban de un lado a otro, sin descanso. La cantidad de accidentados manejando se había incrementado a cientos y los reporteros estaban enloquecidos por la información que recibían de testigos que acontecieron los eventos que iniciaron el caos en la ciudad. Nadie creía lo que decían y tampoco había evidencia que los respaldara. Hasta donde se sabía, todos habían tenido la misma alucinación, pero esto sería, bajo reserva de las circunstancias, imposible.

    Los reportes indican que todo comenzó cerca del anochecer. Algunas líneas de emergencia habían sonado pero, al acudir, los elementos de rescate no encontraron nada. Pensaron que se trataban de falsas alarmas, al principio coincidiendo en su rareza. Mas, los agentes, después de interrogar a quienes realizaron las llamadas, se daban cuenta que no eran niños jugando bromas pesadas, se trataba de personas comunes y corrientes que habían reportado un hecho que, según ellos, presenciaron, pero el cual no dejó rastro alguno.

    A los pocos minutos, las autoridades de tránsito fueron reportadas de choques de vehículos. Al principio, dedujeron que eran los típicos accidentes provocados por automovilistas alcoholizados propios de la temporada. Pero conforme pasaba el tiempo, más y más vehículos impactaban postes, casas, edificios, a otros coches y, finalmente, en las avenidas principales, aparecieron las carambolas. La gente entraba en pánico y dejaba sus automóviles estacionados donde sea para salir corriendo lejos de donde se encontraban, pero a cada vuelta de la esquina, lo volvían a ver.

     Varios de los conductores simplemente fueron impactados por otros que se distrajeron al momento del fenómeno. Pero el resto, pudo advertir, con la claridad con que se ven los objetos en la noche, a personas colgando de sogas alrededor del cuello, amarrados a postes de luz, semáforos, candelabros, ventanas e incluso de los cables de la electricidad. En un momento, ahí estaban colgados, balanceándose ligeramente por el viento, como un péndulo, marcando los segundos, pero antes que un parpadeo, esta horrífica visión desaparecía.

     Nadie pudo explicar el fenómeno, las agencias de seguro se negaban a asumir las responsabilidades por lo sucedido, pues afirmaban que era culpa del que iba distraído, sin embargo, dada la extrema rareza del evento, algunos asumían que se trató de alguna alucinación temporal, algo causada por el exceso de fiestas y cansancio acumulado durante todo el año. Otros aseguraban que, la energía negativa de la temporada provocaba que las puertas dimensionales se torcieran, causando que situaciones ocurridas tiempo atrás, vuelvan a tener lugar en otras partes del tiempo y del espacio, incluso, simultáneamente.
FIN

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