miércoles, 21 de diciembre de 2011

21 - El bello jardín



    Raro es, ver en la ciudad, jardines al aire libre. Aparte de algunos parques, las áreas verdes han cedido su territorio al pavimento y el concreto. Sin embargo, una nueva moda ha brotado de entre los ladrillos y las vigas: Jardines sobre los techos de los edificios. Como el moho que crece sobre rocas húmedas, los techos de varios edificios comenzaban a teñirse de verde. Es en el techo de uno de estos edificios donde tiene lugar esta historia que comienza una noche de diciembre.

    El reloj ya marcaba las 12 en la cocina de Marta, una señora de gusto por lo tranquilo y la decoración, cuando ella se despertó de un sueño especial. Hacía un esfuerzo, sentada al borde de su cama, por recordar lo que soñaba y venían imágenes de ella subiendo al techo y encontrando una planta extraña en una maceta pequeña. La planta era diminuta y hermosa, se movía con el viento, pero no como si la empujaran, parecía que bailaba y se mecía con el viento y, al hacer esto, liberaba un aroma dulce como el merengue de limón.

    La señora Marta estaba más que encantada por su sueño y, sin creerlo mucho, se puso sus pantuflas, un suéter y una bufanda y subió al techo para echarle un vistazo al jardín que cuidaba día a día. Con una lámpara en mano, subió los 3 pisos por la escalera y cuando llegó a la azotea, abrió la puerta con expectación. Apuntando su lámpara hacia la oscuridad de su bello jardín, que de noche se convertía en un bosque de pesadillas, pero lo único que podía ver era pasto, algunas enredaderas y flores durmiendo plácidamente.

    No estaba del todo decepcionada pues ni ella misma lo creía, pero la ilusión que la hizo subir fue un golpe duro a sus ánimos. En esto cavilaba ella cuando sintió un aroma dulce como el merengue de limón. Ella pensaba que estaba soñando despierta pero, esta vez, el olor era inconfundible. Cegada por la armoniosa esencia, empezó a caminar hacia ella. Sentía calor, como si su cuerpo le exigiera sumergirse en un baño de agua fría y, cuando se dio cuenta, no escuchaba nada a su alrededor.

    Marta estaba confundida, veía un bello jardín a su alrededor, pero no era verde sino morado. Todo estaba iluminado, como si fuera de día, pero no había un foco a su alrededor. Sin embargo, el olor dulce de merengue de limón continuaba y la obligó a avanzar en la maleza que asemejaba a la de una casa abandonada. Algunas de las plantas que rozaban sus pantorrillas descalzas la arañaban pero no le hacían daño. Pocos metros adelante, se encontró con una mesa de madera azul.
    La mesa tenía sobre de sí, la planta pequeña y danzante que había visto en su sueño, además de ser el origen del dulce aroma. Dio los últimos dos pasos de distancia y todo se aceleró de repente. El viento la golpeaba en la cara y la congelaba, pero esto no duró más que un instante pues murió al momento de estrellarse contra el pavimento. En el techo de su casa, la pequeña planta en la maceta pareció estremecerse con la muerte de la señora y cuando su éxtasis terminó, un cristal la envolvió, junto con una luz y desapareció en lo profundo del espacio.

 
FIN

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