viernes, 16 de diciembre de 2011

16 - Cocodrilo en las alcantarillas



    La ciudad vibraba de la intensa actividad que tenía lugar sobre el asfalto, pero abajo, en las profundidades de las alcantarillas, el sonido era diferente. No era como si el escándalo de arriba no alcanzara tales distancias pero, de alguna forma, era transformado por el asfalto, los cimientos, tuberías y la infraestructura debajo del piso, en alguna especie de gruñido. Era más bien una sensación en el cuerpo, como una vibración, que algo que se pudiera escuchar, amplificado por los túneles por donde pasaba el agua.

    Era dentro de este laberinto de ductos que dos empleados de mantenimiento se abrían paso entre las aguas. Sus botas les cubrían hasta las rodillas y el resto de su vestimenta de trabajo los mantenía secos por dentro. Sus máscaras filtraban los gases tóxicos, pero no el olor que irritaba sus ojos. Sin embargo, la experiencia adquirida por años de trabajo les impedía devolver todo su desayuno dentro de su traje. Armados únicamente de un casco con una lámpara enfrente y una caja de herramientas simples y su memoria, buscaban una obstrucción cerca de esa zona.

    Cada desviación estaba debidamente marcada con un número y una letra, de tal forma era fácil ubicarse en un, sin embargo, ya habían pasado por esta área antes y para ellos, el laberinto de ductos era como un patio de juegos. Tomaban cada precaución debida, pero se movían con seguridad, sin llegar a la ingenuidad. Cuando finalmente llegaron al área señalada en su orden de servicio, la obstrucción se hizo obvia. El agua se estancaba y formaba un charco en cuya superficie flotaba basura sobre al agua sucia.

    De no eliminar la obstrucción, el agua podría seguir aumentando y ellos mismos quedarían atrapados y morirían ahogados en aguas pútridas y malolientes. Antes de que su tiempo se les acabara, empezaron a trabajar. Uno de los trabajadores fue a la entrada más cercana para desviar tanta agua como pudiera, mientras el otro buscaba sus herramientas en la orilla del charco cuando, tan rápido como un látigo, un cocodrilo salió del agua, lo sujetó del cuello y lo llevó de regreso al agua, donde se lo tragó entero. Las piernas que salían de la boca del cocodrilo aún se movían antes de que terminara de deglutirlo por completo.

    Cuando el otro trabajador llegó cerca del charco, ya no encontró a su colega y, ante su ausencia, decidió hacer el resto del trabajo él solo. Tomó una barra de metal para remover la basura atorada cerca del ducto, pero algo duro y pesado se escondía dentro de las aguas. Entonces, tomó un gancho, que amarró a una soga y lo lanzó del otro lado del charco, para así jalar los desechos. Pero llegaba un punto donde su fuerza ya no le alcanzaba y se tuvo que rendir. Trataba de pensar en una solución a su problema, pero también se preocupaba por el paradero de su colega.

    Sentado al borde del charco, un montículo de desperdicios en un rincón le llamó la atención, pues no era el típico sedimento depositado por el agua, sino que estaba apilado de forma cuidadosa, como si se hubiera hecho así por alguna razón en particular. Se acercó, entonces, al montículo y, al apuntarlo con su lámpara, vislumbró unos cascarones rotos. Sin ser un biólogo experto, sabía que ni peces ni aves podrían sobrevivir en tales condiciones, entonces debía tratarse de alguna especie de reptil. Pero más allá de los huevos, le asombró la cantidad, pues eran más de los que podía contar.

    Su cavilación se vio interrumpida por una presión en su bota. Un cocodrilo de unos centímetros mordisqueaba su calzado tratando de comérselo y otro más también atacó la misma bota. Entonces, más cocodrilos pequeños surgieron de la basura y el agua estancada y se trepaban sobre el trabajador, rasgando su ropa, arrebatándole la máscara y derribándolo por el peso de tantos animales. Con cada mordida que daban, se acercaban más a la carne fresca y conforme siguieron devorando, llegaron al hueso y este también lo hicieron añicos, no dejando rastro del obrero, más que su caja de herramientas esparcida por el suelo.
FIN
   

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