Era domingo, en el pueblo de Vallecalmo. Después de unos días de sucesos catastróficos, la mayoría de la gente aprovechaba para descansar y despejar sus mentes. Las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina y la expectativa del nuevo año traía anhelos y esperanzas.
Karina era recepcionista en un edificio cerca del lago. Se trataba de un prestigiado hotel, producto de la excelente calidad del servicio ofrecido a sus clientes. Karina solía tener una excelente presentación cuando trabajaba. Su cabello siempre estaba peinado, su ropa planchada y perfumado, con un maquillaje modesto pero efectivo. Sin embargo, era domingo y estaba en su casa.
Esa tarde, Karina se relajaba frente al televisor. Sólo vestía una blusa ligera y un calzón grande, pero cómodo. Sin visitas, hijos o planes de salir, no tenía nada de qué avergonzarse. Desayunó desde temprano y ya había pasado la hora de comer, pero la rapidez del microondas la motivó a saciar su hambre con palomitas de maíz, aunque sea momentáneamente.
Buscaba desesperadamente algo interesante o bueno en la televisión, iba de canal en canal, no dejando más de dos segundos de tiempo entre cada uno, y ya le había dado la vuelta a toda la programación más de un par de veces. Los eventos desastrosos de las primeras dos semanas del mes de diciembre eran la noticia principal en todos los noticieros, ella no deseaba saber más sobre esto, pero el resto de los programas ya los había visto o simplemente no eran de su interés.
Después de unos minutos, notó un paisaje conocido en un canal de documentales. La vista era aquella desde la montaña al Este hacia el lago Paleca, junto al cual se ubicaba Vallecalmo. El reportaje hablaba del lago, de la fauna salvaje y aún no descubierta que habitaba en sus profundidades. Según el programa, era incierta la razón de un lago tan profundo en un lugar tan alto. Se sospechaba de un cráter de un meteorito, la explosión de un volcán y otras explicaciones, pero el documental no era sobre el lago, en sí.
En los últimos años se avistaron serpientes azules tan largas como un automóvil. Estas son anfibias y viven en el lago y sus orillas. Los pescadores hablaban de una serpiente en particular, a la cual llamaban “Fagnsikn”, que en idioma antiguo significaba “piel con colmillos”. Medía al menos seis metros de largo y no era más ancha que una pierna, pero podía estirar su piel y abrir su boca lo suficiente como para tragarse a un humano.
Karina no creía en las historias de los pescadores, pero le llamó la atención ver un documental sobre su ciudad natal. Encontraba hilarante la seriedad con que platicaban la trágica historia de un supuesto compañero de ellos que fue tragado por Fagnsikn y cómo su piel desviaba las balas de un rifle cuando intentaron dispararle. Cansada de oír lo que ella consideraba tonterías, apagó la tele y fue a una revista de novedades que tenía sobre una mesa entre ella y la televisión y empezó a hojear sus páginas cuando de repente…
El estómago de Karina empezó a rugir. Sentía un dolor en sus adentros que la obligó a correr al baño, sin olvidar su revista. No se molestó en cerrar la puerta y fue directo a sentarse en la taza, después de quitar su calzón de una sola pierna. Ahí, empezó a hojear la revista en busca de algo interesante. Entre los comerciales, de los cuales había uno por cada dos páginas, encontró otro artículo relacionado con Vallecalmo. La coincidencia le llamó su atención y empezó a leer sobre extrañas desapariciones de gente en los baños de sus casas.
Consternada, continuó leyendo el artículo. En este se afirmaba que decenas de personas habrían ido al baño de su casa, cerrado la puerta y nunca más se les volvió a ver. El texto no explicaba las razones, sólo señalaba los números y relataba algunos casos. A Karina se le hacía extraño todo esto, especialmente viniendo de una revista con cierto prestigio. Afortunadamente para ella, la puerta de su sanitario estaba abierta, sin embargo…
Del fondo del retrete llegó un sonido como el de una persona haciendo gárgaras y, en ese mismo instante, Karina sintió una mordida en sus glúteos. Sin tiempo de voltear hacia atrás, Karina intentó levantarse pero no tenía fuerzas suficientes y los colmillos ya se estaban enterrando en su espalda y sus muslos. Su cabeza quedó entre las rodillas, mientras la serpiente la tragaba y sus huesos tronaban como si fueran palillos chinos. Pronto, sólo los pies y manos de Karina salían de la boca de Fagnsikn y, después, estos desaparecieron dentro de la garganta de la serpiente azul, cuyo cuerpo salía del escusado.
Finalmente, cuando el cuerpo de Karina estaba bien acomodado dentro del sistema digestivo de Fagnsikn, esta última se deslizó en reversa a través del drenaje, para volver a las profundidades del lago donde habitaba.
FIN
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