martes, 4 de diciembre de 2012

04 - Explosión mental.




    En el pueblo de Vallecalmo tenía lugar una feria para honrar las festividades decembrinas. Por la noche se llevaría a cabo un concierto donde participarían músicos locales y otros artistas invitados de varios lugares del mundo, en ese mismo orden, para finalizar con una súper estrella del Jazz que todos conocían como Raynor o “El Ray”. Un aclamado bajista virtuoso que enloquecía a las masas con sus complicados solos que pocas personas podían tocar y quizá nadie, más que él, interpretar de esa forma.
    La noche ya caía y desde los camerinos, Raynor afinaba su bajo eléctrico de acuerdo a sus especificaciones personales para esa noche. El Ray era delgado y vestía siempre holgada ropa hippie, su piel era morena y portaba un afro descuidado. Todo el tiempo había un surtido de drogas junto a él, que él consumía con celeridad y aseguraba eran parte de su inspiración. Esa noche, El Ray tenía el presentimiento de que algo extraordinario sucedería, pero no podía explicar por qué o qué sería.
    A través de las paredes llegaba el sonido de las otras bandas que tocaban y la gente que aplaudía. El Ray tocaba su bajo mientras el humo de su pipa salía lentamente por el ducto de ventilación. El alcohol y otras drogas llenaban su mente de alucinaciones, pero, tantas eran las horas que había practicado, tanto era el tiempo que sus oídos y su cerebro concentraban toda su atención en la música, que las alucinaciones venían en forma de notas musicales, escalas y acordes.
    La visión de Raynor estaba borrosa, las imágenes se movían lento. Veía el reloj, pero las manecillas no tenían sentido para él. Esperaba que alguien fuera a tocar la puerta para avisarle que era su turno, pero los minutos seguían pasando y las sustancias alucinógenas se acumulaban más y más en su sangre, mientras él seguía intoxicándose del surtido de drogas al que tenía acceso y practicando con su instrumento.
  Su mente viajaba por otro mundo, pero todo se interrumpió abruptamente por el tocar de la puerta. Como si las alucinaciones hubieran cesado, El Ray miró la puerta y el sonido de las bandas que tocaban en el exterior volvió a ser perceptible a sus oídos, mezclado con la gente que iba de un lado a otro en los camerinos.
  —¡¿Quién és?!— Preguntó El Ray.
  — Es Alex, viejo, Empezamos en 5 minutos ¡Apúrate! — Dicho esto, Alex golpeó la puerta una vez más y se retiró.
  Raynor hizo un esfuerzo monumental para levantarse de su asiento. Como si hubiera estado sentado ahí por horas. Su espalda tronó cuando pudo erguir su cuerpo, su visión estaba borrosa y seguía con las alucinaciones auditivas que llegaban por todos lados en forma de acordes y notas. Caminaba cargando su bajo con una mano, a pocos centímetros de arrastrarlo en el suelo, lo sostenía del mástil y su peso era como un ancla que lo frenaba, pero con esfuerzo y experiencia en ese tipo de situaciones, el músico llegó a la puerta y giró la perilla.
  Al momento en que abrió la puerta, un torrente de ruido y caos lo invadió, casi echándolo para atrás. La gente iba y venía de todos lados, cargando instrumentos, hablando por sus celulares, corriendo sobre una estructura metálica que hacía resonar cada paso. Esto, orquestando la principal fuente de ruido: Un equipo de sonido de tal magnitud que las ondas rebotaban en las montañas del otro lado de la ciudad y se amplificaban como en una casa de la ópera.
  El Ray estaba desorientado, no podía concentrarse en un objetivo claro, no sabía dónde estaba, sólo las imágenes y los sonidos iban y venían. Entonces, una oleada de aplausos llegó desde el exterior y la banda que estaba en el escenario dejó de tocar. Los aplausos duraron unos segundos más y después, el líder de la banda empezó a dedicarle algunas palabras al público. Cuando terminó, nuevamente hubo aplausos y la banda se despidió por fin, el golpeteo de sus pasos contra el metal del suelo resonó cuando salieron corriendo.
  Los aplausos se silenciaron con expectativa, los latidos de los corazones del público se agitaron pues sospechaban que en cualquier momento saldría el grupo y el músico por el cual estuvieron esperando todo ese tiempo. Entonces, por el altavoz se escuchó “¡EL RAY!” y los demás músicos entraron al escenario. Estas palabras, junto con el público, le dieron una descarga de adrenalina directa a Raynor, así que cargó su bajo con ambas manos y se dirigió al centro del escenario, con su instrumento por encima de su cabeza, enloqueciendo al público.
  Los gritos, aplausos, chiflidos y la locura que venía de los espectadores sacudieron a Raynor como un temblor y pidió silencio al público, poniendo su dedo índice frente a sus labios. Cuando la multitud se calmó, colgó su bajo en su cuerpo y empezó a tocar, sin avisarle a nadie. Tocaba sólo unas notas, improvisando, sonaba como aquello que estuvo practicando todo el día, era la idea que venía fabricando para este concierto. Sonaba bien y el público sólo no aplaudió para no interrumpir al músico. Pero Raynor no se sentía satisfecho del todo con el sonido que salía de sus dedos.
  La banda de El Ray intentaba seguirlo con sus instrumentos, buscaban todos armonizar con él y después de unos intentos lo lograron. Todo el grupo empezó a continuar la improvisación de El Ray y el resultado era una obra maestra como nunca habían tocado. Sin embargo, el bajista no estaba contento. Se aburría. Esa música ya no le satisfacía. En la profundidad de su mente, los sonidos tomaban formas de nubes y truenos en un cielo nocturno, como una tormenta y conforme tenía estas alucinaciones su música se volvió más oscura, incluso… malvada.
  El ritmo al que todos tocaban cambió repentinamente, se aceleró con una fuerza descomunal. El baterista tenía problemas para hacer con sus brazos y piernas lo que El Ray hacía con sus dedos. El público enloqueció y comenzó a ovacionarlos, especialmente a Raynor pues no dejaban de gritar “¡Ray, Ray, Ray, Ray…!”. Las nubes de tormenta en la cabeza del músico se arremolinaban alrededor de un agujero negro y eran absorbidas por este. En su lugar, quedó un enorme vacío, profundo y oscuro, que el músico interpretaba como un silencio y, del fondo de ese silencio, surgió una luz. Primero como un punto tenue y luego como un círculo que iba creciendo y creciendo. Y conforme este círculo crecía, el músico tocaba únicamente una nota sostenida.
  Conforme el círculo crecía, la nota iba bajando su tono y, cuando el círculo ocupó toda la mente del músico, explotó. Un despliegue de rayos, chispas y formas salían del fondo del agujero negro, como si fuera agua que sale de una manguera y El Ray sentía que viajaba contra la corriente. Sus dedos se movían virtuosamente. No siempre rápido, a veces simples cambios creaban el efecto de velocidad. Al resto de los músicos les era imposible continuar tocando a su ritmo y simplemente pararon. Después de todo, El bajo de El Ray cantaba como una orquesta completa.
  La mente de Raynor se desplazaba a través de un túnel infinito. Alrededor de él pasaban formas y colores al azar. Sentía su cuerpo sin peso, como si sólo fuera sólo una imagen digital. En el escenario, El Ray tenía estupefacto al público, nadie nunca antes había escuchado un solo o una improvisación como esa. Mientras, su mente se perdía más y más en la profundidad del túnel y su cuerpo parecía estirarse y a partirse en pedazos y esos pedazos se convertían en fragmentos más pequeños que comenzaron a iluminarse como chispas que chocaban entre sí. Al impactar una con la otra, liberaban más destellos provocando una reacción en cadena de luces hasta que la cabeza de El Ray explotó. Su cráneo había volado en pedazos, junto con sus sesos. Los ojos cayeron a unos metros de su cuerpo, que se derrumbó como un costal en medio de un charco de sangre. Su bajo hizo un tremendo estruendo cuando cayó al suelo.
  Nadie supo qué fue lo que pasó con el Ray, algunos dicen que murió de un disparo, otros que hizo tanta fuerza con sus músculos que su presión hizo explotar su cerebro. Otros aseguraban que consumió una nueva droga la cual tuvo el fatal resultado. También corría el rumor de que su mente se perdió en otra dimensión, que alcanzó un nivel superior de existencia, que se convirtió en un dios y ahora su espíritu observa al mundo desde el más allá.
FIN

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